Los organismos internacionales mejoraron en las últimas semanas la distribución de la ayuda a la población haitiana afectada por el sismo del 12 de enero, aunque los esfuerzos por mejorar las condiciones de las víctimas parecen avanzar muy lentamente.
Apenas sucedió la catástrofe, arribaron al país caribeño gran número de donaciones por parte del sector privado, de los países de la ONU y de centenares de ONG, pero las difíciles condiciones -por ejemplo los saqueos que sucedían en los días siguientes al terremoto- complicaban su llegada y distribución.
Últimamente, los organismos han logrado fijar estrategias más productivas para que lleguen sacos de alimento, toldos plásticos y carpas a la mayor parte de las personas que han quedado sin hogar.
Así también, tal como lo destacó el presidente haitiano, René Preval, el restablecimiento paulatino de la red vial y telefónica de comunicaciones y los esfuerzos desplegados por las organizaciones permiten que, al cumplirse un mes de la catástrofe, la coordinación en la ayuda sea mucho mayor.
Sin embargo, el mandatario alertó esta semana sobre la proximidad de la temporada de lluvias, que amenaza a los cientos de miles de personas que se encuentran viviendo en campos de refugiados, o que continúan durmiendo afuera de sus casas, destruidas tras el terremoto.
Hasta esta semana el plan “Llamado de Emergencia”, que lanzó tres días después del terremoto la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU para Haití, ha recaudado casi 550 millones de dólares para invertir en las tareas de reconstrucción planeadas a corto y largo plazo.
Un portavoz de esta oficina anunció este miércoles que hasta el momento más de 50.000 familias -lo que equivaldría a unas 272.000 personas- han recibido materiales de emergencia para refugios, pero reconoció que aún queda mucho por hacer.
Por otra parte, si bien la ayuda internacional es constante, la percepción de muchos haitianos es que no llega en la medida suficiente, quedándose, en diversas oportunidades, afuera del reparto de comida.
Es así que en las largas filas para obtener los sacos de arroz que distribuyen las ONG, parecen ser menos las personas que acceden a cupones o están en un campamento al que le llegó ayuda. Esto ha dado origen a un mercado negro de reventa de alimentos donados e incluso la impresión de cupones falsos.
A un mes de sucedida la catástrofe natural, unas 788.000 personas están recibiendo distribuciones diarias de agua, pero se siguen viendo familias bañándose con jarros de agua sucia, que sale por tuberías rotas de las plazas, o en la esquina de una calle.
En lo referente a los heridos, si bien han llegado miles de equipos médicos de todas partes del mundo, y aunque las situaciones de emergencia se han llevado a cabo hasta ahora en hospitales de campaña, algunas cifras revelan la urgencia restaurar los centros médicos lo antes posible.
Mientras tanto, los aproximadamente 20.000 soldados que desplegó Estados Unidos por tierra y mar para brindar ayuda humanitaria permanecen en Haití, y han declarado que se quedarán “el tiempo que sea necesario” para ayudar a la reconstrucción del país
Fuente: espectador.com

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